La impostación es la mayor dificultad que se plantea para el
logopeda que se inicia en la rehabilitación foniátrica. Tema que requiere un
dominio inicial por parte del profesional, no solo de la mecánica de la
impostación, sino también de un cierto entrenamiento auditivo necesario en la
detección durante el proceso rehabilitador, de las prácticas correctas e
incorrectas para un adecuado feed-back.
La impostación es la colocación de la voz es en las
cavidades de resonancia, es decir la amplificación adecuada de la voz, hecha
por las cavidades de resonancia buco-naso-faríngeas. Estando la musculatura
correctamente colocada, pero relajada a la vez, las cavidades amplificarán y
reforzarán de forma natural el sonido, haciéndolo más eficaz.
Para una correcta impostación de la voz, inicialmente es
necesario un control del mecanismo respiratorio. Hago hincapié en
“inicialmente” porque pretenderemos que el paciente consiga interiorizar este
modelo respiratorio y que con el tiempo se integre en su forma de vida. La
respiración a trabajar es la respiración costo-abdominal-diafragmática Con la
que no nos extenderemos aquí por no ser el objetivo de nuestro trabajo.
Para trabajar la impostación de la voz realizaremos una
serie de ejercicios a los cuales deberemos asociar una correcta respiración.
Ello conlleva una cierta preparación antes de cada ejercicio:
En general se pedirá al paciente que tome aire por la nariz
y que realice una pausa de entre tres y cinco segundos antes de cada práctica
fonatoria. Comunicaremos al paciente la importancia de la pausa, momento
durante el cual se toma conciencia de la expansión intercostal y diafragmática
producida y del apoyo abdominal.
Durante la fonación, que debe ser pausada, se procurará
retardar el mayor tiempo posible la contracción abdominal. En casos de excesiva
tensión en la musculatura extrínseca a la laringe podemos realizar algún
ejercicio de impostación durante el cual mantendremos dilatada la faja
costo-abdominal, sin permitir su cierre durante la expulsión del aire. De esta
forma, el paciente siente la apertura laríngea durante la fonación debido a la
relajación de la musculatura de la base del cuello y de la cintura escapular.
En la práctica diaria nos encontramos en numerosas ocasiones
con pacientes que pese a que ya realizan un cierto apoyo del aire y emplean el
molde vocal del bostezo, sitúan las resonancias en máscara pero no los sonidos
vocálicos.
Puesto que lo que pretendemos en situar la voz en la máscara
podemos ayudarnos de ciertos músculos de ésta para la sujeción de los sonidos.
La elevación de los músculos maseteros, el músculo risorio, el elevador
nasolabial... puede ser alguna de estas ayudas. Así, comprobaremos que si
elevamos las narinas (músculo dilatador de las narinas) o nuestro molde vocal
de bostezo adquiere además la forma de una sonrisa interior (se mueven así los
músculos anteriormente mencionados), el sonido asciende a la máscara por sí
solo. Debemos mencionar que el empleo de esta musculatura no debe comportar
rigidez facial ( en especial la mandibular). Para ello uno de nuestros trabajos
previos es el control de la lengua. Esta debe permanecer plana y reposando
sobre la base de la boca en todo momento.
Estos movimientos que aquí comentamos pueden resultar
difíciles en un principio para nuestros pacientes, pero la práctica consciente
les llevará a conseguir los resultados deseados. Ejercicios de prácticas áfonas
pueden ayudar en un principio para ir familiarizando al paciente con estas
posiciones.
Molde vocálico
Resonancias
Control de la rigidez
Movilidad de la máscara.
Máscara, sonidos vocálicos
Todos los ejercicios de impostación de la voz y resonancias,
se llevarán a cabo con la posición del bostezo. Prestaremos especial atención
al hecho de que en ocasiones el paciente va relajando esta posición a través de
los sucesivos ejercicios.
Del mismo modo evitaremos también:
-Movimientos ascendentes de los hombros (durante la
inspiración)
-Contracturas de la cintura escapular y de la base del
cuello
-Rigidez facial (aunque estos ejercicios conllevan trabajos
musculares habitualmente no conscientes, no debemos permitir que se realicen
bajo tensión. Por ejemplo, la elevación de los músculos maseteros no debe
comportar rigidez mandibular).
Prestaremos especial atención a la postura.
MOLDE VOCÁLICO.
Con los posición del bostezo ya preparada, realizaremos una
inspiración nasal, lenta y progresiva – pausa o amnea, que la trabajaremos de
forma progresiva, cinco, quince, y veinte tiempos durante la cual tomamos
conciencia del apoyo del aire y situamos una huella dactilar en el paladar
duro, delante, justo detrás de la nariz, arriba de los dientes – espiración
durante la cual el aliento se envía a la zona donde hemos situado la huella,
sintiendo como el aliento se desplaza por la zona superior de la boca. Durante
esta espiración practicamos la vocal /A/ de forma áfona.
El ejercicio se realiza sucesivamente para el resto de las
vocales.
RESONANCIAS.
Inspiración (nasal, rápida) – pausa (toma de conciencia del
apoyo) – espiración fónica con el sonido /MAM/ alargando todo lo posible la M final.
Al igual que en el ejercicio anterior, enviaremos el sonido
a la zona del paladar situado arriba de los dientes y sentiremos la vibración
en toda la máscara.
Realizaremos el ejercicio con el resto de las vocales,
alargando siempre la M
final.
EVITANDO TENSIONES.
- Inspiración lenta y progresiva – pausa – espiración lenta
con sonido sin voz mientras realizamos una rotación del cuello describiendo un
círculo imaginario, primero hacia un lado y después realizamos el mismo
ejercicio hacia el lado contrario.
El sonido a emplear el de conversación óptimo para cada
paciente.
Partiendo de una posición donde la cabeza está situada por
encima de uno de los hombros, realizar una inspiración rápida – pausa – y
espiración lenta combinando un par de sonidos diferentes, alternados, mientras
la cabeza realiza un giro lento hasta situarse sobre el hombro contrario.
Una vez aquí iniciamos el mismo ejercicio en sentido
contrario.
MOVILIDAD.
Inspiración (nasal, lenta, progresiva) – pausa – espiración
fónica repitiendo sucesivamente y sin interrupción del soplo de aire los
sonidos /MUAEIOUMUAEIOUMUAEIOUMUAEIOU/.
Este ejercicio debe realizarse exagerando al máximo la
pronunciación de las vocales de forma que se produzca un movimiento de masajeo
en las mejillas. Tocando las mejillas en ambos lados de la nariz observaremos
la vibración en toda la zona.
SONIDOS VOCÁLICOS.
El ejercicio que anteriormente hemos realizado de forma
áfona podemos hacerlo ahora con espiración fónica pues ya hemos trabajado la
resonancia y los movimientos de sujeción en máscara.
Además de todo lo dicho con respecto al apoyo del aire y la
posición de la boca, emplearemos la sujeción del músculo elevador de las
narinas para mantener el sonido en máscara. Si esta sujeción todavía le cuesta
al paciente podemos empezar por la posición de sonrisa interna. Con estas
posiciones, la cavidad bucal se amplía enormemente y el aliento discurre por la
parte superior de la boca, rozando en todo momento el paladar.
Se debe evitar que el soplo sea excesivo pues entonces
requiere un gran apoyo para mantenerse alto.
En general mantendremos una intensidad y un tono similares
al conversacional. En la mayoría de los casos el paciente emplea un tono
demasiado grave en el habla habitual. Con estos ejercicios le iremos situando
poco a poco en su propio tono de habla óptimo.
autora: Tania Centeno Bonet