miércoles, 25 de julio de 2012

LA IMPOSTACIÓN DE LA VOZ EN REHABILITACIÓN FONIÁTRICA


 INTRODUCCIÓN.

La impostación es la mayor dificultad que se plantea para el logopeda que se inicia en la rehabilitación foniátrica. Tema que requiere un dominio inicial por parte del profesional, no solo de la mecánica de la impostación, sino también de un cierto entrenamiento auditivo necesario en la detección durante el proceso rehabilitador, de las prácticas correctas e incorrectas para un adecuado feed-back.


LA IMPOSTACIÓN.

La impostación es la colocación de la voz es en las cavidades de resonancia, es decir la amplificación adecuada de la voz, hecha por las cavidades de resonancia buco-naso-faríngeas. Estando la musculatura correctamente colocada, pero relajada a la vez, las cavidades amplificarán y reforzarán de forma natural el sonido, haciéndolo más eficaz.

Para una correcta impostación de la voz, inicialmente es necesario un control del mecanismo respiratorio. Hago hincapié en “inicialmente” porque pretenderemos que el paciente consiga interiorizar este modelo respiratorio y que con el tiempo se integre en su forma de vida. La respiración a trabajar es la respiración costo-abdominal-diafragmática Con la que no nos extenderemos aquí por no ser el objetivo de nuestro trabajo.

Para trabajar la impostación de la voz realizaremos una serie de ejercicios a los cuales deberemos asociar una correcta respiración. Ello conlleva una cierta preparación antes de cada ejercicio:

En general se pedirá al paciente que tome aire por la nariz y que realice una pausa de entre tres y cinco segundos antes de cada práctica fonatoria. Comunicaremos al paciente la importancia de la pausa, momento durante el cual se toma conciencia de la expansión intercostal y diafragmática producida y del apoyo abdominal.
Durante la fonación, que debe ser pausada, se procurará retardar el mayor tiempo posible la contracción abdominal. En casos de excesiva tensión en la musculatura extrínseca a la laringe podemos realizar algún ejercicio de impostación durante el cual mantendremos dilatada la faja costo-abdominal, sin permitir su cierre durante la expulsión del aire. De esta forma, el paciente siente la apertura laríngea durante la fonación debido a la relajación de la musculatura de la base del cuello y de la cintura escapular.

 Para los ejercicios de impostación trabajaremos siempre con un mismo molde vocal, la imitación del bostezo. Con este molde interno, y procurando que varíe lo menos posible de unas vocales a otras, realizaremos todos los ejercicios, incluidos los de resonancias.

En la práctica diaria nos encontramos en numerosas ocasiones con pacientes que pese a que ya realizan un cierto apoyo del aire y emplean el molde vocal del bostezo, sitúan las resonancias en máscara pero no los sonidos vocálicos.
Puesto que lo que pretendemos en situar la voz en la máscara podemos ayudarnos de ciertos músculos de ésta para la sujeción de los sonidos. La elevación de los músculos maseteros, el músculo risorio, el elevador nasolabial... puede ser alguna de estas ayudas. Así, comprobaremos que si elevamos las narinas (músculo dilatador de las narinas) o nuestro molde vocal de bostezo adquiere además la forma de una sonrisa interior (se mueven así los músculos anteriormente mencionados), el sonido asciende a la máscara por sí solo. Debemos mencionar que el empleo de esta musculatura no debe comportar rigidez facial ( en especial la mandibular). Para ello uno de nuestros trabajos previos es el control de la lengua. Esta debe permanecer plana y reposando sobre la base de la boca en todo momento.

Estos movimientos que aquí comentamos pueden resultar difíciles en un principio para nuestros pacientes, pero la práctica consciente les llevará a conseguir los resultados deseados. Ejercicios de prácticas áfonas pueden ayudar en un principio para ir familiarizando al paciente con estas posiciones.

 EJERCICIOS.

Molde vocálico
Resonancias
Control de la rigidez
Movilidad de la máscara.
Máscara, sonidos vocálicos

Todos los ejercicios de impostación de la voz y resonancias, se llevarán a cabo con la posición del bostezo. Prestaremos especial atención al hecho de que en ocasiones el paciente va relajando esta posición a través de los sucesivos ejercicios.


Del mismo modo evitaremos también:

-Movimientos ascendentes de los hombros (durante la inspiración)
-Contracturas de la cintura escapular y de la base del cuello
-Rigidez facial (aunque estos ejercicios conllevan trabajos musculares habitualmente no conscientes, no debemos permitir que se realicen bajo tensión. Por ejemplo, la elevación de los músculos maseteros no debe comportar rigidez mandibular).

Prestaremos especial atención a la postura.


MOLDE VOCÁLICO.

Con los posición del bostezo ya preparada, realizaremos una inspiración nasal, lenta y progresiva – pausa o amnea, que la trabajaremos de forma progresiva, cinco, quince, y veinte tiempos durante la cual tomamos conciencia del apoyo del aire y situamos una huella dactilar en el paladar duro, delante, justo detrás de la nariz, arriba de los dientes – espiración durante la cual el aliento se envía a la zona donde hemos situado la huella, sintiendo como el aliento se desplaza por la zona superior de la boca. Durante esta espiración practicamos la vocal /A/ de forma áfona.

El ejercicio se realiza sucesivamente para el resto de las vocales.


RESONANCIAS.

Inspiración (nasal, rápida) – pausa (toma de conciencia del apoyo) – espiración fónica con el sonido /MAM/ alargando todo lo posible la M final.
Al igual que en el ejercicio anterior, enviaremos el sonido a la zona del paladar situado arriba de los dientes y sentiremos la vibración en toda la máscara.
Realizaremos el ejercicio con el resto de las vocales, alargando siempre la M final.


EVITANDO TENSIONES.

- Inspiración lenta y progresiva – pausa – espiración lenta con sonido sin voz mientras realizamos una rotación del cuello describiendo un círculo imaginario, primero hacia un lado y después realizamos el mismo ejercicio hacia el lado contrario.
El sonido a emplear el de conversación óptimo para cada paciente.


Partiendo de una posición donde la cabeza está situada por encima de uno de los hombros, realizar una inspiración rápida – pausa – y espiración lenta combinando un par de sonidos diferentes, alternados, mientras la cabeza realiza un giro lento hasta situarse sobre el hombro contrario.

Una vez aquí iniciamos el mismo ejercicio en sentido contrario.


MOVILIDAD.

Inspiración (nasal, lenta, progresiva) – pausa – espiración fónica repitiendo sucesivamente y sin interrupción del soplo de aire los sonidos /MUAEIOUMUAEIOUMUAEIOUMUAEIOU/.

Este ejercicio debe realizarse exagerando al máximo la pronunciación de las vocales de forma que se produzca un movimiento de masajeo en las mejillas. Tocando las mejillas en ambos lados de la nariz observaremos la vibración en toda la zona.


SONIDOS VOCÁLICOS.

El ejercicio que anteriormente hemos realizado de forma áfona podemos hacerlo ahora con espiración fónica pues ya hemos trabajado la resonancia y los movimientos de sujeción en máscara.

Además de todo lo dicho con respecto al apoyo del aire y la posición de la boca, emplearemos la sujeción del músculo elevador de las narinas para mantener el sonido en máscara. Si esta sujeción todavía le cuesta al paciente podemos empezar por la posición de sonrisa interna. Con estas posiciones, la cavidad bucal se amplía enormemente y el aliento discurre por la parte superior de la boca, rozando en todo momento el paladar.

Se debe evitar que el soplo sea excesivo pues entonces requiere un gran apoyo para mantenerse alto.

En general mantendremos una intensidad y un tono similares al conversacional. En la mayoría de los casos el paciente emplea un tono demasiado grave en el habla habitual. Con estos ejercicios le iremos situando poco a poco en su propio tono de habla óptimo.

autora: Tania Centeno Bonet